Sentir la herida. Decirla, nombrarla, es empezar a sanar.
Con la palabra en la lengua, en el pecho y en la palma de la mano, se sale del fondo.
Se sale de la oscuridad.
Palabras, palabras, palabras.
Sentir, para decirlo todo. Como sea. Como se pueda. Con lo que se tenga.
Hablar. Decirlo. nombrar la herida. Lo otro que se traga se llama angustia.
Hola, Malú. Me ha emocionado tu poema, porque creo en el poder de las palabras y tu forma de expresarlo me llega muy hondo. Gracias por esta llamada a la comunicación, que sana, que nos levanta, que nos allana el camino de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tu visita y por tus palabras
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